En el trabajo, las mujeres no serán pares de los hombres mientras sean desiguales en la sociedad

En la Argentina, mientras la población total muestra un mayor número de mujeres que de hombres, la nómina de empleadas es notoriamente menor en el mundo laboral, algo que solo se explica por obstáculos socioculturales que frenan el acceso proporcional de ellas a la actividad productiva.

En este espacio tenemos un especial interés por las paradojas de nuestra sociedad; sus contradicciones que probablemente expliquen procesos que, en su superficie, tal vez no tengan una razón de ser demasiado clara. En el caso de la paridad de género en el mundo del trabajo se da una de estas paradojas, de plena vigencia y que, en la actualidad, despierta una notoria atención y un amplio debate público.

La paradoja podría arrancar por estos datos: la población argentina es mayoritariamente femenina: casi 20.600.000 de ellas contra 19.524.000 de ellos, es decir casi un millón de mujeres más de mujeres, de acuerdo al último censo del año 2010. Sin embargo, según el relevamiento del INDEC del último trimestre de 2017la tasa de actividad entre ellas (es decir las que están trabajando o quieren hacerlo) no llegaba alcanzar a la mitad de ese grupo social (47,9 por ciento) contra casi el 70 por ciento de los varones (69,8).

Yendo un poco más a fondo en los datos oficiales, se observa que las mujeres jóvenes de menos de 30 años tienen un tasa de ocupación que alcanza el 40 por ciento, contra el 57,1 de los varones, mientras que en la población de edad adulta (30 a 64 años), el 65,6 de las mujeres trabaja contra el 91,4 por ciento de ellos, es decir, la gran mayoría de los hombres de la franja. Asimismo, mientras entre ellas la desocupación roza el 10 por ciento (9,5), entre los hombres es del 7,3.

Es decir que menos mujeres acceden al mundo del trabajo en comparación con los hombres. Llegar a una paridad en la nómina y en el salario que perciben podrá lograrse solo si el Estado se compromete intervenir en esa puerta de ingreso. Dicha intervención debe darse mediante medidas de ejecución como, por ejemplo, durante en el embarazo y la maternidad, con herramientas que presionen para que los hombres también colaboren en el cuidado de sus hijos, sin que esta labor recaiga casi exclusivamente en ellas. En ese sentido, la prolongación de la licencia por paternidad puede resultar un instrumento valioso.

En estas cuestiones de paridad de género juegan decididamente factores socioculturales tales como la percepción del trabajo doméstico, históricamente asociado a “la naturaleza femenina”, una creencia ampliamente arraigada aún en nuestra sociedad contemporánea, pese a no contar con justificación alguna para semejante afirmación.

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Mientras persiste un cambio cultural de base, lento pero constante en la valoración igualitaria de la mujer y el hombre, dentro del mundo de las empresas esta batalla tiene un capítulo particular.

Según un estudio sobre diversidad de género realizado por Adecco Argentina en el año 2017, la mayoría de los argentinos cree que hay paridad laboral entre hombres y mujeres. Apenas un 23 por ciento considera que no hay tal igualdad, dentro de los cuales menos la mitad (42 por ciento) considera que se debe al mito de que las mujeres están menos calificadas que los hombres para realizar un trabajo.

Sin embargo, según datos del INDEC la brecha salarial en el trabajo hace que las mujeres perciban, en promedio, un 27 por ciento menos de sus haberes en comparación con lo percibido por hombres que realizan igual tarea. Es decir, hay un clima de igualdad de género en las organizaciones pero falta concretarla.

Según el último Índice Global de Brecha de Género dado a conocer el año pasado en el Foro de Davos, la Argentina ocupa el puesto 34 del ranking mundial de paridad de género. Sin embargo, el país experimentó un estancamiento en la evolución de las mejoras de la última década (desde 2006), cuando se comenzó a elaborar este indicador. Pese a mostrar mejoras en salud y educación, los retrocesos en la igualdad entre hombres y mujeres se dieron en el mundo del trabajo.

Para Cecilia Giordano, CEO de Mercer Argentina, hay “que encontrar las causas por las cuales existe esa diferencia. Somos coachers de esta iniciativa en el ámbito privado. Queremos que las organizaciones puedan hacer un diagnóstico sobre cómo estamos en cuanto a igualdad de género”.

Sin embargo, ese análisis al interior de la actividad privada puede ser insuficiente si, como señalábamos, el Estado no acompaña el camino hacia la paridad de género en el trabajo.

En ese sentido, el compromiso del presidente Mauricio Macri sobre la cuestión llegó en el momento justo en el que los logros en la materia empezaban a transitar un cuello de botella.

En la inauguración de las sesiones ordinarias del Congreso, el mandatario anunció el envío de un proyecto de ley que buscará poner en marcha medidas que den derechos a las mujeres para reclamar en caso de salarios injustos en comparación con los que perciben los hombres, en tareas similares. La iniciativa introduce modificaciones a la Ley de Contrato de Trabajo, para garantizar la igualdad laboral y la paridad salarial estricta

El artículo 173 del proyecto del oficialismo, establece mecanismos para que “aquella persona que creyera o tuviera la certeza de sufrir desigualdad salarial frente a un par por igual tarea en la remuneración básica del puesto“, podrá “solicitar al empleador verificar dicha información tomando vista de los recibos de liquidación de haberes de la empresa”.

Queda en debate el hecho de que sean las mujeres las que deban activar el reclamo, desde su condición de víctima de desigualdad salarial y que no sea un mandato que obligue al empleador a garantizar dicha paridadpese a que la cuestión está consagrada en nuestra Constitución, más precisamente en el artículo 14 bis que reconoce para los trabajadores y trabajadoras” condiciones dignas y equitativas de labor, jornada limitada; descanso y vacaciones pagados; retribución justa; salario mínimo vital móvil; igual remuneración por igual tarea”.

Los beneficios de la igualdad de género

Para la CEO de Mercer Argentina, Cecilia Giordano, el largo trabajo de entrevistar a cientos de organizaciones en todo el mundo a lo largo de cuatro años para elaborar el reporte de género en las corporaciones deja conclusiones muy clara. “En las empresas en donde hay una mayor presencia de mujeres en la alta dirección vemos organizaciones económicamente más rentables con mayor capacidad de adaptarse, más flexibles, en las que además cuenta la diversidad”, reflexiona.

Giordano recuerda que, recientemente, “En Davos, la cuestión de género dejó de ser un hot topic, algo que lo hablamos porque es fashion, porque da prensa. Se está viendo que realmente la mujer es una respuesta para afrontar el futuro” del nuevo mercado laboral“.

La mujer tiene su lugar de igualdad ganado, pero resta el impulso público y el compromiso privado, especialmente cuando ya se advierten nubarrones en el horizonte de la paridad de género en el trabajo.

El contexto de esta tormenta que asoma es la denominada Cuarta Revolución Industrial, traccionada por el desarrollo cada vez mayor de las tecnologías robóticas y de inteligencia artificial capaces (ya, hoy) de reemplazar mano de obra de baja capacitación, en sectores en donde la mujer ocupa un lugar mayoritario, como por ejemplo, en la industria de escala.

“La nueva tecnología viene a reemplazar el trabajo de mujeres”, advierte Cecilia Giordano y agrega que sin dramatismo pero con celeridad: “Hay puestos que van a dejar de existir”, fruto de los saltos tecnológicos que se avecinan.

Como se observa, el presente de las mujeres es un verdadero logro en términos históricos pero con enormes desafíos a futuro, para no perder lo ganado.

Para ellos habrá que potenciar la igualdad de género desde la formación en la escuela, promoviendo una maternidad responsable que no obture su capacitación para el mundo del trabajo y que se aseguren mecanismos de asistencia a las madres jóvenes, para garantizar cuidados a sus hijos mientras ellas van logrando posiciones en la actividad laboral.

Queda de manifiesto que, si no se garantiza la igualdad en esas instancias, las brechas de género y de salarios persistirán por muchos años más.

 

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